domingo, 4 de octubre de 2009

Mujer ojos de agua



El agua que se derramaba por sobre sus mejillas, el inmenso sentimiento que la invadía; lo complejo que se hacía incomplejo de la comprensión, el agua que inundaba las calles por el sollozo y gritos desesperados pidiendo respuesta alguna a cuan agua y sentimiento derramado eran imposibles ser escuchados.

Alguna respuesta con cara de angustia, alguna respuesta con cara de agua, alguna respuesta con forma de agua, alguna respuesta con sentimientos derrumbados, alguna respuesta pedí pero no podía ser respuesta porque la respuesta que pedía quizás no era lo que le darían; quizás no era lo que esperaría oír y podría ser que lo carnal de los huesos fuera algún día agua en el momento de derretir lo que había en agua por el sollozo de lo que caía por las mejillas de la hermosa mujer.

Algo esbelta se veía, algo feliz se sentía, algo creía; pero no era fácil creer después de creer tanto para derrumbar lo creíble que era para ella poder sentir algo apasionante, algo diferente, algo inmortal, algo inigualable, algo completamente irrazonable quizás para el que nunca lo ha llegado a sentir, ni siquiera una pizca de agua derramada quizás, o quizás ni sufrimiento ha de sentir, o pesar, o espera que aguantar, o quizás simplemente soportar y creer todo.

Parecía no importar unas gotas derramar, agua que juntar. Agua era lo que acumulaba, agua era lo que desechaba, agua era lo que el impulso de la impotencia la hacía soltar por sobre esos semblantes e inigualables que poseía por sobre su rostro tan juvenil pero degradado por el tiempo de búsqueda de una respuesta concreta y correcta.

Ya se hacía de noche, ya no podía hablar más sola y recitar aquellos sentimientos quizás algo fuera de lo común para quienes lo pudiesen oír o quienes lo oyeron y se alejaron por miedo, desconfianza o confusión.

Lo que ya había logrado hacer y aceptar se volvía insignificante para el prometido de tan esperado en años de soledad y angustia, con él lograba ser feliz y pasar de lo feliz a lo infeliz que se decía ser amor. Tanto alboroto por amor, tanto pesar por amor, tanto pensar y lastimarse buscando respuestas por amor, quizás respuesta que nunca llegarán, o respuestas que no podrán ser satisfechas por quienes quieren recibirlas.

Pero sin embargo la mujer ya se había cansado de sentir, de pensar, de actuar, me preguntar, se atenía a las consecuencias, quizás no consecuencias, mas bien a la voluntad de un todo poderoso siento humilde, valiente y fuerte, y no importando su felicidad más que la felicidad de su amado y la alegría del todo poderoso por hacer su voluntad que era su camino a la felicidad eterna, pero con angustia la mujer ojos de agua dejaba al cielo el poder de su esperanza y fe, el sacrificio de dejarlo o permanecer firme siento mejor para que quizás a la vuelta pudiesen estar juntos pero siempre con el temor de que si será o no la mujer ojos de agua y el hombre innombrable que quizás sentía lo mismo al escribir tanto en aquél papel y haber sido leída y relatada por aquel quien escribe tales palabras y contadas en éste hoy.